Como casi siempre los mejores consejos son los que se dan
partiendo de una experiencia personal.
Abordar un tema como el de la correcta posición de la espalda es de gran
importancia, casi me atrevería a decir que estamos hablando del eje del que
depende el bienestar de todo el cuerpo.
Yo tenía este problema, como lo tiene una gran parte de la
población. Además también como casi siempre no era consciente de ello. Pero un
día un profesional me explicó la importancia que la
espalda tenía y la repercusión que una mala postura tenia sobre el resto del
organismo.
Pero ya no sólo estamos hablando de salud, sino también de
la belleza.
En realidad éste debería considerarse un problema de belleza
tan importante como el cuidado del cabello o de la piel. Caminar de forma
erguida y ligera es un síntoma incuestionable de juventud. Andar, estar de pie
o sentarse incorrectamente no sólo afea nuestra figura, sino que provoca un
tensión innecesaria sobre la musculatura y las articulaciones que deriva en
dolor de espalda y dolor postural.
Además una postura incorrecta puede provocar una oxigenación
insuficiente, ya que al arquear la espalda y adelantar los hombros se ejerce
presión sobre el diafragma, incluso puede provocar problemas digestivos. Por el
contrario una postura correcta nos ayudará a mostrar una figura más esbelta,
además de ayudar a un mejor funcionamiento del todo el organismo.
El primer paso que hay que dar para conseguir un postura
correcta es aprender a estar de pie correctamente, para ello hay que pararse
frente a un espejo. Nos ponemos erguidos e imaginamos que una pequeña
cuerda recorre todo nuestro cuerpo desde la cabeza a los pies, y que desde la
cabeza estira de nosotros.
Para ello hay que contraer el abdomen y los glúteos, elevar
el pectoral y posicionar los hombros hacia atrás, no debe haber tensión. Ahora
viene el momento de decir eso de… ¡parezco una escoba, esto es incomodísimo, y
ya me duele todo el cuerpo!. Bueno, pues eso lo que significa es que debemos
corregir nuestra postura de inmediato.
Hay solución, y es más sencilla de la que se cree.
Esta postura que acabamos de intentar tener, es la que
debemos mantener para andar. Hay que mantener la cabeza erguida y con la
barbilla alta, (pero con naturalidad), hay que decir que al bajar la cabeza la
espalda le sigue en el recorrido, y la mala postura vuelve a aparecer, además
como hemos hablado de la belleza bajar la cabeza provoca la relajación de la
musculatura facial y todos estos errores posturales dejan huella en el rostro.
Al sentarse hay que procurar mantenerse erguido, por eso es
tan importante para aquellas personas que pasan mucho tiempo sentados disponer
de la silla más adecuada para proteger al espalda. En este caso hay que comprobar
que la mesa y la silla tienen la altura correcta: los pies deben descansar
planos sobre el suelo, con los glúteos rectos sobre la silla y la espalda
erguida.
Es imposible cambiar nuestros malos hábitos de la noche a la
mañana, pero solo existe una forma para hacerlo y es decidirlo, en el momento en que sabemos y queremos cambiar lo
conseguimos.
Como he dicho antes hay solución.
Hay que saber también que
estamos hablando de posturas incorrectas, no de patologías, pero aún así,
siempre se puede corregir en el grado que sea posible con un buen habito y
fuerza de voluntad.
Una ayuda fabulosa para empezar el cambio es utilizar un
corrector de espalda. Se trata de unos tirantes que se cruzan en la espalda y
se fijan en la parte alta del abdomen. Estos tirantes ejercen la fuerza
contraria a nuestro postura incorrecta y nos acostumbran a posicionarnos
correctamente.
En mi caso particular lo llevé debajo de la ropa desde el
otoño hasta bien entrada la primavera. No resulta incomodo, y al mirarnos al
espejo tan erguidos comprobamos la gran diferencia en nuestro aspecto físico
que ejerce el corrector.
Y por último y no menos importante, os aconsejo
que de forma regular hagáis abdominales, unos abdominales bien tonificados son
el soporte perfecto para mantener la columna vertebral fuerte y en la posición
correcta. Pero ¡ojo!, en caso de no estar habituado a la práctica deportiva hay
que solicitar consejo a un monitor profesional para que os oriente y os
supervise.
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